
La disminución, deficiencia o pérdida auditiva puede ser ocasionada por distintas razones y afecta a personas de todas las edades. Entre las causas más comunes se encuentran la genética, las complicaciones en el parto, ciertas enfermedades infecciosas, otitis crónicas, la exposición a sonidos fuertes, el uso de medicamentos ototóxicos y la edad avanzada.
Dependiendo del caso, una pérdida auditiva puede ser leve, moderada, grave o profunda y para el cual se evaluará el tratamiento a seguir. En los niños, casi el 60% de los casos se deben a causas evitables. Por eso es muy importante realizarse los estudios audiológicos como parte de los chequeos pediátricos.
La infección del oído o la presencia de cera, son causas tratables sencillamente. Sin embargo, una causa no tratada a tiempo puede ocasionar pérdida de la audición discapacitante y requerir rehabilitación.
En determinados casos se pueden hacer tratamientos de rehabilitación para mejorar las habilidades perceptivas, desarrollar capacidades lingüísticas y de comunicación, así como el uso de audífonos, implantes cocleares o implantes del oído medio y el aprendizaje de lengua de señas, lectura de labios, comunicación por signos, etc.
En bebés la detección temprana de la pérdida de audición y de las enfermedades otológicas es fundamental para poder ofrecer un tratamiento eficaz.
Una detección y tratamiento a tiempo de la pérdida auditiva hace que el niño pueda mejorar significativamente su interacción con el medio, el aprendizaje y la sociabilidad.
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